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Relato de un náufrago

Reportaje novelado de Gabriel García Márquez que relata la historia de Luis Alejandro Velasco Sánchez, un náufrago que fue proclamado héroe de Colombia,

‘Relato de un náufrago’ es un reportaje novelado de Gabriel García Márquez que relata la historia de Luis Alejandro Velasco Sánchez, un náufrago que fue proclamado héroe de Colombia, pero tras la versión distribuida por el diario «El Espectador» de Bogotá, quedó olvidado; este relato obligó a que su autor se diera al exilio en París.

«Aunque tenía una gran facilidad para aprender el castellano, creo que Mary Address no supo nunca por qué mis amigos le decían ‘María Dirección’.»

«Con la cabeza apoyada en las manos oía el suave batir del agua contra el muelle, y la respiración tranquila de los cuarenta marinos que dormían en el mismo salón.»

«No sé qué soñaba, pero seguramente no habría podido dormir tan tranquilo si hubiera sabido que ocho días después estaría muerto en el fondo del mar.»

«Otra vez preocupado, me volví hacia donde Luis Rengifo acababa de vestirse y le dije: – Ten cuidado. No vaya y sea que la lengua te castigue.»

«Un segundo después, como a cien metros de distancia, el buque surgió de entre las olas, chorreando agua por todos lados, como un submarino. Sólo entonces me di cuenta de que había caído al agua.»

«No sé por qué hice esa cosa absurda: sabiendo que no podía avanzar, metí el remo en el agua, como tratando de evitar que la balsa se moviera, como tratando de clavarla en su sitio.»

«Hice un último esfuerzo para que Luis Rengifo alcanzara el remo, pero la mano levantada, la que pocos minutos antes había tratado de evitar que se hundieran los auriculares, se hundió en ese momento para siempre, a menos de dos metros del remo…»

«Hundido en las tinieblas, me di cuenta entonces de que no había estado tan solo en las horas del día. Estaba más solo en la oscuridad, en la balsa que no veía pero que sentía debajo de mí, deslizándose sordamente sobre un mar espeso y poblado de animales extraños.»

«La noche del 28 de febrero – que fue mi primera noche en el mar – ,miré al reloj cada minuto. Era una tortura. Desesperadamente resolví quitármelo, guardarlo en el bolsillo para no estar pendiente de la hora.»

«Sin embargo, algo extraño me ocurría cuando sentía deseos de morir: inmediatamente empezaba a pensar en un peligro. Ese pensamiento me infundía renovadas fuerzas para resistir.»

«A los pocos minutos sentí una terrible alegría: siete gaviotas volaban sobre la balsa. Para un hambriento marino solitario en el mar, la presencia de las gaviotas es un mensaje de esperanza.»

«Le agarré fuertemente la cabeza al animal y empecé a torcerle el pescuezo, como a una gallina. Era demasiado frágil. A la primera vuelta sentí que se le destrozaron los huesos del cuello. A la segunda vuelta sentí su sangre, viva y caliente, chorreándome por entre los dedos. Tuve lástima.»

«En un instante comprendí lo que estaba pasando: la balsa se había volteado por completo. Yo estaba en el fondo, amarrado firmemente a la borda. Me estaba ahogando y mis manos buscaban en vano la hebilla del cinturón para soltarla.»

«Eran indicios inequívocos; el cambio en el color del agua, la abundancia de las gaviotas, me indicaron que esa noche debía permanecer en vela, listo a descubrir las primeras luces de la costa.»

«Se me ocurrió que aquello era una rama de olivo, porque me acordé de la historia sagrada: cuando Noé echó a volar la paloma el animal regresó al arca con una rama de olivo, señal de que el agua había vuelto a desocupar la tierra.»

«Pero no había resistido nueve días -diez con el que estaba empezando- para renunciar ahora que estaba frente a la tierra. Sudaba. El viento frío del amanecer me secaba el sudor y me producía un dolor destemplado en los huesos, pero seguía remando.»

«Me extendí, moribundo, sobre la tierra dura y tibia, y estuve allí sin pensar en nada, sin dar gracias a nadie, sin alegrarme siquiera de haber alcanzado a fuerza de voluntad, de esperanza y de implacable deseo de vivir, un pedazo de playa silenciosa y desconocida.»

«Nunca creí que fuera buen negocio vivir diez días de hambre y de sed en el mar. Pero lo es: hasta ahora he recibido casi diez mil pesos. Sin embargo, no volvería a repetir la aventura por un millón.»

Para muchos lectores el mayor terror y fobia de sus vidas está escrito con todo detalle en esta novela. Frustración e impotencia es lo que más debe sentirse en un escenario así, donde de poco sirve tu habilidad y conocimiento; mas bien eres una marioneta de ‘Poseidón’, y este decide tu suerte.

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