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La sombra de lo que fuimos

Novela de Luis Sepúlveda. Tres antiguos militantes de izquierda, derrotados por el golpe de estado de Pinochet, condenados al exilio y al desarraigo, vuelven a reunirse treinta y cinco años después, convocados por Pedro Nolasco, un antiguo camarada al que esperan para ponerse a sus órdenes y ejecutar una temeraria acción revolucionaria.

En un viejo almacén de un barrio popular de Santiago de Chile tres sexagenarios esperan impacientes la llegada de un hombre. Cacho Salinas, Lolo Garmendia y Lucho Arencibia, tres antiguos militantes de izquierda, derrotados por el golpe de estado de Pinochet, condenados al exilio y al desarraigo, vuelven a reunirse treinta y cinco años después, convocados por Pedro Nolasco, un antiguo camarada al que esperan para ponerse a sus órdenes y ejecutar una temeraria acción revolucionaria. Pero cuando Nolasco se dirige a la cita en el almacén, muere de forma grotesca, golpeado por el destino ciego en forma de un tocadiscos lanzado desde una ventana en medio de una violenta discusión conyugal. El plan parece haberse ido al garete por la muerte del líder hasta que Garmendia se dirige a sus compañeros y, recordando la expresión favorita de su difunto compañero, les dice: ‘¿Qué, nos la jugamos?’. 

«-Esto es un asalto pero no somos ladrones, los dueños del capital se unen para explotar a los pueblos de todo el mundo y es justo que les ataquemos donde menos lo esperan. El dinero que nos llevaremos hará posible la felicidad de los condenados de la tierra-.»

«Y el empleado convertido en suceso declaró que, en efecto, el asalto lo habían cometido cuatro hombres, todos armados, pero que en ningún momento había sentido miedo, pues esos tipos le habían inspirado más confianza que los clientes habituales del banco.»

«- Soy la sombra de lo que fuimos y mientras haya luz existiremos.»

«Odiaba los pollos, y no por su sabor, los odiaba por estúpidos y los culpaba de transmitir una enfermedad cuyo primer síntoma era la falta de imaginación.»

«Los náufragos del mismo barco tienen un sexto sentido que les permite reconocerse, como los enanos.»

«Y que si en el resto del mundo la historia de la sociedad era la historia de la lucha de clases, en España era la historia de los dueños de bares y los clientes, algo que se les pasó por alto a Marx y a Engels e hizo de ellos dos filósofos bajo sospecha de abstemia.»

«Así que decidí abrir el pollo de urgencia y aquí estamos, asando pollos mientras el planeta gira sobre su eje. Odio los pollos.»

«Pero el tocadiscos fue frenado por la cabeza de un sujeto que, teniendo toda la ciudad para moverse, eligió esa calle, esa noche de lluvia y ese instante de fatalidad vertical.»

«Una gata hidráulica cubierta de polvo y una desmontadora de neumáticos hablaban de otros tiempos de trabajo, de la noble misión de poner en marcha lo que la vida detenía.»

«Producir un kilo de salmón, amén de las hormonas y colorantes, precisa de ocho kilos de pescado convertido en alimento para los salmones que nosotros, país generoso y líder de la libertad de mercado, entregamos gratis.»

«La vida se llenó de agujeros negros y estaban en cualquier parte, alguien entraba a la estación del metro y no salía jamás, alguien subía a un taxi y no llegaba a su casa, alguien decía luz y se lo tragaban las sombras.»

«El olvido fue una necesidad urgente, hay que cambiar de acera y evitar encuentros, hay que girar rápidamente y deshacer los pasos.»

«Y todo lo que estuvo cargado de futuro, de pronto estuvo emponzoñado de pasado.»

«El ‘Conducatore’ había decidido exportar todos los productos agrícolas, condenando a los que vivíamos en el paraíso socialista a morfar bazofia, un embutido que se fabricaba aprovechando toda la casquería y las tripas de los animales.»

«Hablaban, recuperaban la perdida costumbre nacional de ‘conversar un vinito’, se miraban sin ningún recelo, pues más gordos o más flacos, calvos o con la barba encanecida, tenían la certidumbre de que todavía hay ciertos tigres a los que no les importa tener una raya más o una raya menos.»

«Lo que me gusta es la historia de amor que hay en esa película, el artista pobre y la muchacha millonaria que se enamora locamente de él. En el fondo, es una versión más del viejo drama shakespeariano, ¿Pero qué son los clásicos de la pantalla grande sino versiones recreadas de los antiguos dramas?»

«¿Sabes chatear? Dos consejos: no creas todo lo que se ve, las fotos suelen ser de otras nenas veinte años más jóvenes y con notables diferencias entre la estatura y el peso real de las anunciadas.»

«Si les robaba a los ricos para dar a los pobres me apunto a su causa, pero creo que nos tradujeron mal la historia y el tipo se llamaba ‘Hobin Rood’, le robaba a los pobres para dar a los ricos, que es una costumbre muy anglosajona.»

«Pero sabían que iban a liquidar a todos los que no aceptaran sus puntos de vista, a todo el que no entendiera que la transición chilena a la democracia se hacía bajo la máxima ‘gatopardiana’ de que todo cambie para que todo siga igual.»

«Lo que ocurre es que el compañero debe digerir sus ideas, y para eso es necesario que se las meta en el cuerpo. Tú eliges: o te las comes una a una hasta la última hoja o te las metemos por el culo. Tienes dos opciones, pues: por arriba o por abajo.»

«Y seguían los barrios del sur, del norte y del oeste, habitados por la desesperanza del empleo precario, aterrados por una delincuencia feroz de niños o adolescentes que, tras explosionar sus cerebros inhalando pasta base, se convertían en psicópatas con aspecto de párvulos.»

«-El lugar es tranquilo, a esa hora de la mañana nadie se detiene frente a una librería, estamos, por desgracia, en Santiago-.»

«Como todos sabemos, la sacrosanta libertad de mercado no tiene límites, de tal manera que a la moral católica de Chile no le resultó difícil aceptar que las hijas de ‘proletas’ se prostituyeran.»

«-Lo peor de este oficio es la necesidad de ver la delgada línea que separa al delincuente de la víctima de la casualidad-.»

«Un hombre sabe cuándo llega al fin de su camino; el cuerpo manda avisos, el maravilloso mecanismo que te mantiene inteligente y alerta empieza a fallar, la memoria hace todo lo posible por salvarte y adorna lo que deseas recordar de manera objetiva.»

«Tenías miedo, pero lo aceptabas, no te escondías de este. No existen los valientes, sólo las personas que aceptan ir codo a codo con su miedo.»

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