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El lobo estepario

Novela de Hermann Hesse publicada en 1927. El libro es en gran parte un reflejo de la profunda crisis espiritual que sufrió Hesse en la década de 1920, mientras retrata la división del protagonista entre su humanidad y su lobuna apariencia huraña, su agresividad y su desarraigo.

‘El lobo estepario’ es una novela del escritor suizo-alemán Hermann Hesse publicada en 1927. Décima novela de Hesse, es uno de los títulos más célebres del escritor, que combina el estilo autobiográfico con algunos elementos de fantasía, especialmente hacia el final de la obra. El libro es en gran parte un reflejo de la profunda crisis espiritual que sufrió Hesse en la década de 1920, mientras retrata la división del protagonista entre su humanidad y su lobuna apariencia huraña, su agresividad y su desarraigo.

«Al contrario, era insociable hasta un punto que yo jamás había observado hasta ahora en persona alguna; era, en realidad, tal como él mismo se llamaba en ocasiones, un Lobo estepario, un ser extraño, salvaje y también receloso, incluso muy huraño, perteneciente a un mundo distinto del mío.»

«Había pensado este hombre más que otros y tenía, en lo concerniente a cuestiones del intelecto, esa objetividad casi fría, esa reflexividad y saber seguros que sólo poseen los hombres auténticamente espirituales, carentes de toda ambición, que no desean jamás brillar, convencer a los demás o tener razón.»

«En este período, fue cada vez más fuerte mi convencimiento de que la enfermedad de este paciente no estaba causada por deficiencia orgánica alguna; sino, al contrario, sólo por la inexistencia de armonía entre sus fuerzas y la gran riqueza de sus dotes.»

«-La mayoría de las personas no quiere nadar antes de saber-. ¿No es una frase ingeniosa? ¡Pues claro que no quieren nadar! Al fin y al cabo han nacido para la tierra, no para el agua. Y, como es natural, no quieren pensar; a fin de cuentas han sido creados para la vida, no para el pensamiento.»

«Pero veo en ellas algo más: un documento de la época, pues la enfermedad anímica de Haller, hoy lo sé, no es la extravagancia de un individuo, sino la enfermedad de la época misma, la neurosis de la generación a que Haller pertenece y la cual no parece atacar únicamente en modo alguno a los más débiles y de menos valor, sino precisamente a los fuertes, a los inteligentes, a los más dotados.»

«La vida humana sólo alcanza el grado de verdadero sufrimiento, de auténtico infierno, cuando se entrecruzan dos épocas, dos civilizaciones y religiones.»

«Una naturaleza como la de Nietzsche ha tenido que padecer con más de una generación de adelanto la miseria actual; miles de seres humanos sufren hoy lo que él tuvo que apurar en soledad y sin que nadie lo comprendiera.»

«El que haya gustado aquellos días infernales, ése ha de estar muy contento con estos días normales y mediocres como el de hoy; lleno de agradecimiento se sentará junto a la amable chimenea y con agradecimiento comprobará, al leer el periódico de la mañana, que no se ha declarado ninguna nueva guerra ni se ha erigido en ninguna parte ninguna nueva dictadura, ni se ha descubierto en política ni en el mundo de los negocios ningún chanchullo de importancia especial.»

«Porque esto es lo que yo más odiaba, detestaba y maldecía principalmente en mi fuero interno: esta autosatisfacción, esta salud y comodidad, este cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente.»

«Entonces, entre dos compases de un pasaje pianístico tocado por oboes, se me había vuelto a abrir de repente la puerta del más allá, había cruzado los cielos y vi a Dios en su tarea, sufrí dolores bienaventurados, y ya no había de oponer resistencia a nada en el mundo, ni de temer en el mundo a nada ya, había de afirmarlo todo y de entregar a todo mi corazón.»

«¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?.»

«Ciertamente que era sólo un refugio como, por ejemplo, el de la escalera junto a la araucaria; aquí tampoco encontraba yo hogar ni comunidad, sólo hallaba un lugar de observación, ante un escenario, en el cual gente extraña representaba extrañas comedias; pero al menos este lugar apacible tenía en sí algo de valor: no había muchedumbre, ni griterío, ni música, solamente un par de ciudadanos tranquilos ante mesas de madera sin tapete (¡Ni mármoles, ni porcelana, ni peluche, ni latón dorado!), y ante cada uno, un buen vaso, un buen vino fuerte.»

«Prefiero generalmente vinos de la tierra muy puros, ligeros, modestos, sin nombre especial; se puede tolerar mucho de estos vinos, y tienen un sabor tan bueno y agradable, a campo, a tierra, a cielo y a bosque. Un vaso de vino de Alsacia y un trozo de buen pan, esa es la mejor de todas las comidas.»

«Soledad era independencia, yo me la había deseado y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en que se mueven las estrellas.»

«El jazz me producía aversión, pero me era diez veces preferible a toda la música académica de hoy, llegaba con su rudo y alegre salvajismo también hondamente hasta el mundo de mis instintos, y respiraba una honrada e ingenua sensualidad.»

«No dejaría de ser posible, por ejemplo, que este hombre, en su niñez, hubiera sido acaso fiero e indómito y desordenado, que sus educadores hubiesen tratado de matar en él a la bestia y precisamente por eso hubieran hecho arraigar en su imaginación la idea de que, en efecto, era realmente una bestia, cubierta sólo de una tenue funda de educación y sentido humano.»

«En Harry, por el contrario, era otra cosa; en él no corrían el hombre y el lobo paralelamente, y mucho menos se prestaban mutua ayuda, sino que estaban en odio constante y mortal, y cada uno vivía exclusivamente para martirio del otro, y cuando dos son enemigos mortales y están dentro de una misma sangre y de una misma alma, entonces resulta una vida imposible.»

«Así se producen, como preciosa y fugitiva espuma de felicidad sobre el mar de sufrimiento, todas aquellas obras de arte, en las cuales un solo hombre atormentado se eleva por un momento tan alto sobre su propio destino, que su dicha luce como una estrella, y a todos aquellos que la ven, les parece algo eterno y como su propio sueño de felicidad.»

‘teatro mágico, solo para locos.’

«Ninguna idea le era más odiosa y horrible que la de tener que ejercer un cargo, someterse a una distribución del tiempo, obedecer a otros. Una oficina, una cancillería, un negociado eran cosas para él tan execrables como la muerte, y lo más terrible que pudo vivir en sueños fue la reclusión en un cuartel.»

«Pues todo hombre fuerte alcanza indefectiblemente aquello que va buscando con verdadero ahínco.»

«De estas naturalezas hay muchísimas perfectamente incapaces de cometer jamás el suicidio real, porque han reconocido profundamente su pecado. Para nosotros, son, sin embargo, suicidas, pues ven la redención en la muerte, no en la vida; están dispuestos a eliminarse y entregarse, a extinguirse y volver al principio.»

«Todos saben muy bien, en alguno de los rincones de su alma, que el suicidio es, en efecto, una salida, pero muy vergonzante e ilegal, que en el fondo, es más noble y más bello dejarse vencer y sucumbir por la vida misma que por la propia mano.»

«El hombre tiene la facultad de entregarse por entero a lo espiritual, al intento de aproximación a lo divino, al ideal de los santos. Tiene también, por el contrario, la facultad de entregarse por completo a la vida del instinto, a los apetitos sensuales y de dirigir todo su afán a la obtención de placeres del momento.’’

«Presiente su situación dentro del edificio del mundo, presiente y conoce a los inmortales, presiente y teme la posibilidad de un encuentro consigo mismo, sabe de la existencia de aquel espejo, en el cual siente tan terrible necesidad de mirarse y en el cual teme con mortal angustia verse reflejado.»

«Por esto permite y tolera el burgués eso que llama «personalidad»; pero al mismo tiempo entrega la personalidad a aquel ‘Moloch’ y enzarza continuamente al uno contra la otra. Por eso el burgués quema hoy por hereje o cuelga por criminal a quien pasado mañana ha de levantar estatuas.»

«¡Feliz quien volviera a ser niño! El hombre simpático, pero sentimental, que canta la canción del niño dichoso, quisiera volver también a la naturaleza, a la inocencia, a los principios, y ha olvidado por completo que los niños no son felices en absoluto, que son capaces de muchos conflictos, de muchas desarmonías, de todos los sufrimientos.»

«En el curso de los años había perdido profesión, familia y patria; estaba al margen de todos los grupos sociales, solo, amado de nadie, mirado por muchos con desconfianza, en conflicto amargo y constante con la opinión pública y con la moral.»

«Pero nuestro muerto no fue incinerado, sino que su caja fue descargada ante una sencilla fosa hecha en la tierra, y yo miraba al párroco y a los demás buitres de la muerte, empleados de una funeraria, en sus manipulaciones, a las cuales trataban todos de dar la apariencia de una alta ceremonia y de una gran tristeza, hasta el punto de acabar rendidos de tanta teatralidad y confusión e hipocresía y por hacer el ridículo.»

«La vida sabía horriblemente amarga; yo sentía cómo el asco creciente desde hace tiempo alcanzaba su máxima altura, cómo la vida me repelía y me arrojaba fuera.»

«Violenta, se libraba la batalla en mi interior, y mientras yo cerraba y volvía a estirar los dedos agarrotados, en la lucha con la gota que iba trabajando secretamente, hube de confesarme que me había dejado atrapar, que había cargado con una invitación para comer a las siete y media, con la obligación de cortesías, charla científica y contemplación de dicha extraña.»

«Aun cuando no veía otra salida, aun cuando en torno se amontonaban el asco, el dolor y la desesperación, aun cuando ya nada estaba en condiciones de seducirme, ni de proporcionarme una alegría o una esperanza, me horrorizaba sin embargo de un modo indecible la ejecución, el último momento, el corte tajante y frío en la propia carne.»

«En realidad todos los hombres debían ser espejos así los unos para los otros y responder y corresponderse mutuamente de esta manera, pero los pájaros como tú son todos personas extrañas y caen con facilidad en un encantamiento que les impide ver y leer nada en los ojos de los demás, y ya no les importaba nada de nada.»

«Y lo mismo da que fuese todo ello alta sabiduría o sencillísima candidez. Quien sabía vivir de esta manera el momento, quien vivía de este modo tan actual y sabía estimar tan cuidadosa y amablemente toda flor pequeña del camino, todo minúsculo valor sin importancia del instante, éste estaba por encima de todo y no le importaba nada la vida.»

«Y cuando un hombre está muy triste, no porque tenga dolor de muelas o haya perdido dinero, sino porque alguna vez por un momento se da cuenta de cómo es todo, cómo es la vida entera y está justamente triste, entonces se parece siempre un poco a un animal; entonces tiene un aspecto de tristeza, pero es más justo y más hermoso que nunca.»

«Que ahora en mi cuarto, junto a Novalis y a Jean Paul, en la celda de mis pensamientos, en mi refugio, habían de resonar piezas de moda de bailes americanos y que además, a sus sones, había yo de bailar, era realmente más de lo que un hombre tenía derecho a exigir de mí. Pero es el caso que no era el que lo exigía: era Armanda, y ésta no tenía más que ordenar. Yo, obedecer.»

«Era lindo, lindo y gracioso, sonreía de modo encantador con sus grandes ojos vacíos; pero entre él y yo parecía no haber nada común; nada de lo que para él venía a resultar importante y sagrado, podía serlo también para mí, nosotros veníamos de partes del mundo opuestas, no teníamos una sola palabra común en nuestros idiomas.»

«En ti, por ejemplo, lo espiritual está altamente desarrollado, y a cambio de eso te has quedado muy atrás en toda clase de pequeñas artes de la vida. El pensador Harry tiene cien años, pero el bailarín Harry apenas tiene medio día.»

«Los jefes trabajan con ahínco y con resultado preparando la próxima guerra, los demás bailamos ‘fox-trots’ entretanto, ganamos dinero y comemos pralinés; en una época así ha de presentar el mundo un aspecto bien modesto.»

«Seguir aspirando a la corona de la vida, seguir purgando la culpa infinita de la vida, era lo que me estaba reservado. Una vida fácil, un fácil amor, una muerte fácil, no eran cosas para mí.»

«Nosotros, en cambio, vivimos las frías
mansiones del éter cuajado de mil claridades,
Sin horas ni días 
Sin sexos ni edades…
En nuestra existencia serena, inmutable;
nuestra eterna risa, serena y astral.»

 Gracias a esta obra, miles de anónimos a lo largo de todo el mundo, durante décadas, pudieron poner nombre a un fenómeno, a un ente. Ahora sabíamos lo que éramos; lobos esteparios. Ante un sentimiento de soledad que te carcome por dentro, este libro es la mejor medicina.

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