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Hambre

Novela escrita por el Premio Nobel noruego Knut Hamsun en 1890. La historia corresponde a un relato en primera persona, en donde el personaje ficticio, de nombre desconocido, narra la miseria en la cual se encuentra sumergido debido a la carencia de un trabajo estable, sumado a la difícil situación que se vive en la ciudad de Christianía del siglo XIX.

«Nada estaba más lejos de mi idea que un simple paseo en la fresca mañana. ¿Qué le importaba el aire a mis pulmones? Era fuerte como un gigante y hubiera podido detener un coche con un hombro. Se había apoderado de mí un sentimiento suave y extraño; el sentimiento de aquella alegre indiferencia.»

«-No se me habría ocurrido nunca recorrer este largo camino por un lapicero cualquiera -dije-; pero tratándose de éste, es otra cosa, hay una razón especial. Por insignificante que parezca, este trozo de lápiz es, sencillamente, el que me ha hecho lo que soy en el mundo; el que, por así decirlo, me ha situado en la vida…»

«Los pequeños bichos se apoyan en su trasero, se hacen pesados y resisten, en un esfuerzo que dobla sus patas delgadas. No hay medio de hacer que se muevan. Encuentran un sitio donde asirse, hincan sus patas en un punto o en una aspereza del papel y quedan inmóviles, firmes, todo el tiempo que les parece.»

«Es como si hubiera estallado una de mis venas; una palabra sigue a otra, se ordenan, se encadenan lógicamente, se unen en frases; las escenas se amontonan unas sobre otras, los actos y las réplicas surgen en mi cerebro, y experimento un raro bienestar.»

«La oscuridad reinaba en torno a mí; todo estaba tranquilo, todo. Pero en las alturas zumbaba el eterno canto de la atmósfera, ese bordoneo lejano, sin modulaciones, que jamás se calla.»

«Yo no sentía ningún dolor; el hambre me había embotado la sensibilidad; por el contrario, me sentía deliciosamente vacío, sin ningún contacto con lo que me rodeaba, y feliz por no ser visto por nadie.»

«El organillo tenía tonos de flauta, impregnados de sufrimientos, que se infiltraban en mi sangre. Mis nervios comenzaron a sacudirme como si vibraran al unísono, y un instante después caí de espaldas en el banco, gimiendo y tarareando el aire de ‘Weber’.»

«¿Tu conciencia, dices? Nada de puerilidades. Eres demasiado pobre para sostener una conciencia.»

«El inteligente pobre es un observador mucho más fino que el rico inteligente. El pobre mira a su alrededor a cada paso que da, espía suspicazmente cada palabra que oye a las gentes que encuentra, a cada paso que da él mismo impone a sus pensamientos y sus sentimientos un deber, una norma. Tiene el oído fino, es impresionable, es un hombre experimentado, su alma tiene quemaduras…»

«Comprenda que mi trabajo no es como el de otras personas; no puedo sentarme y producir determinada cantidad al día, he de esperar el momento.»

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