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El derecho a la pereza

Ensayo habitualmente considerado utópico del autor franco-español Paul Lafargue. En la obra se realiza una crítica del sistema económico nacido del capitalismo, cuyo desarrollo desembocaría en una crisis de superproducción, causa de paro y miseria entre la clase trabajadora.

‘El derecho a la pereza’ es un ensayo habitualmente considerado utópico del autor francoespañol Paul Lafargue. En la obra, Lafargue realiza una crítica del sistema económico nacido del capitalismo, cuyo desarrollo, concluye, desembocaría en una crisis de superproducción, causa de paro y miseria entre la clase trabajadora.

«Esa locura es responsable de las miserias individuales y sociales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad. Esa locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda del trabajo, que llega hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su prole.»

«Comparad los ‘purasangre’ de los establos de los Rothschild, servidos por una legión de bimanos, con las pesadas bestias normandas, que aran la tierra, acarrean el abono y transportan la cosecha a los graneros. Mirad al noble salvaje que los misioneros del comercio y comerciantes de la religión no han corrompido aún con sus doctrinas, la sífilis y el dogma del trabajo, y mírese a continuación a nuestros miserables sirvientes de las máquinas.»

«Pero el artista goza al admirar al audaz andaluz, moreno como las castañas, derecho y flexible como un tronco de acero; y nuestro corazón se estremece oyendo al mendigo, soberbiamente arropado en su capa agujereada, tratando de amigo a los duques de Osuna.»

«Proclamaban como un principio revolucionario ‘el derecho al trabajo’ . ¡Vergüenza para el proletariado francés! Solamente esclavos podían ser capaces de semejante bajeza.»

«Con sus propias manos han demolido su hogar doméstico, con sus propias manos han agotado la leche de sus mujeres. Las desgraciadas, embarazadas y amamantando a sus bebés, han tenido que ir a las minas y a las manufacturas a partirse el lomo y a agotar sus nervios.»

«Resulta que llegan por la noche a sus casas, agobiados por la necesidad de dormir, y que al día siguiente, sin estar completamente reposados, tienen que levantarse para encontrarse puntualmente en la fábrica a la hora de la apertura.»

«Los filántropos llaman bienhechores de la humanidad a los que, para enriquecerse sin trabajar, dan trabajo a los pobres. Más valdría sembrar la peste o envenenar las aguas que erigir una fábrica en medio de una población rural.»

En la entrada de Auschwitz I, puede leerse un letrero alemán que, traducido, indica: «El trabajo os hará libres».

«-Buen ‘Sr. Chagot’, dulce ‘Sr. Schneider’, dadnos trabajo; no es el hambre, sino la pasión del trabajo lo que nos atormenta-.»

«Mientras el fabricante tiene crédito, alienta sin cesar la pasión del trabajo, acumulando deudas sobre deudas para proveer de materia prima a sus obreros. Hace producir sin pensar que el mercado se satura, y que, si sus mercancías no llegan a venderse, sus pagares llegarán al vencimiento.»

«Durante los últimos siglos, tuvo lugar un duelo a muerte entre Francia e Inglaterra para decidir quién gozaría del privilegio exclusivo de vender en América y en las Indias. Millares de hombres jóvenes y vigorosos han tenido que enrojecer el mar con su sangre en las guerras coloniales de los siglos XVI, XVII y XVIII.»

«Es necesario que vuelva a sus instintos naturales, que proclame los Derechos a la pereza, mil y mil veces más nobles y más sagrados que los tísicos Derechos del hombre, concebidos por los abogados metafísicos de la revolución burguesa; que se obligue a no trabajar más de tres horas diarias, holgazaneando y gozando el resto del día y de la noche.»

«-¡Ahorrad el brazo que hace girar la piedra, oh molineras, y dormid tranquilamente! ¡Que en vano os advierta el gallo que es de día!»

«El gran problema de la producción capitalista no es ya el de encontrar productores y de duplicar sus fuerzas, sino de descubrir consumidores, excitar sus apetitos y crearles necesidades ficticias.»

«En lugar de dejar a la fibra de la seda su pureza y su flexibilidad natural, se la recarga de sales minerales que la hacen más pesada, mucho más frágil y de menos uso. Todos nuestros productos son alterados a fin de facilitar su salida y abreviar su existencia.»

«Ya que la cantidad de trabajo pedida por la sociedad está forzosamente limitada por el consumo y por la existencia de materias primas, ¿Por qué devorar en seis meses el trabajo de todo un año? ¿Por qué no distribuirlo uniformemente entre los doce meses del año, y obligar a cada obrero a conformarse con seis o cinco horas diarias durante todo el año?»

«La labranza, tan penosa en la gloriosa Francia como rica en agujetas, es en el Oeste americano un agradable pasatiempo, que se goza sentados y al aire libre, y fumando negligentemente en pipa.»

«¡Oh Pereza, apiádate de nuestra larga miseria! ¡Oh Pereza, madre de las artes y de las nobles virtudes, sé el bálsamo de las angustias humanas!»

Escena de la película-documental ‘Baraka’. Transmite perfectamente el caos de las ciudades y la vida moderna.

El trabajo es inherente al ser humano, esto no es discutible. Sin un mínimo de trabajo, mueres de inanición, o de frío. Sin embargo, hoy llegamos a trabajar tanto que incluso tenemos un nuevo sindrome, llamado ‘Burnout’. Los historiadores llegan a la conclusión de que ya nuestros antepasados cazadores-recolectores solían dedicar entre 4 y 6 horas al trabajo diario para subsistir, siendo una de las «sociedades» en las que más se disfrutaba del tiempo de ocio.

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